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DIMA JENTILAK
VISITA AUDIOGUIADA 3: GIBELTAR

Actores: Señora de Gibeltar (dos veces), lamina-1 (8 veces), lamina-2 (dos veces), lamina-3 (figurante), lamina-4 (figurante), otras mujeres (figurante)

Una lamia peinándose al borde del riachuelo y tras un árbol cercano la señora. El peine cae y la señora lo coge y se escapa de las lamias por el campo, hacia el caserío mientras las lamias:

  • Lamina-1: ¡Deja el peine, traedlo aquí, que le lavaré!

  • SEÑORA (Ya en el camino de arriba) .- ¡Quédate ahí, pues si no!

  • Lamina-1: ¡Trae el peine! (rugiendo)

La señora desaparece y termina la escena oscureciéndose.
La siguiente escena transcurre por la noche. A oscuras en las puertas de la casa de Gibeltar con la vela o iluminada:

  • Lamina-1 (bramando delante de la puerta): ¡Dame el peine, que te quitaré la vida!

  • Señora: El peine lo he cogido yo y es mío, y no te lo voy dar. ¡Vete de aquí y cierra la puerta!

  • Lamina-1: ¡No te vayas en toda la noche! ¡Estaré aquí todas las noches hasta que consiga el peine! ¡Vas a ver lo que es bueno!


Desde entonces la señora tuvo miedo y las vecinas le dijeron que llevara rosarios en la bolsa, que las lamias no se acercaban. Las lamias que aparecían a su alrededor les decían:

  • ¡Ésos han tirado!

Como la lamia quería recuperar el peine, todas las noches se acercaban al hueco de la puerta para asustar y meter miedo a las mujeres que iban hilando.

  • Lamina-1: Esa mujer se las verá conmigo.

  • Lamina-2: ¡Claro que sí! ¡Que no vea nada todavía la pobre!

  • Lamina-1: La pobre? ¡Es una ladrona!

  • Lamina-2: ¡Pues hasta que te devuelva lo robado guerra para ella!

 

La mujer y la chica de Indusi tuvieron que hacer algo libre de la lamia y idearon un plan. Por la noche se acercó a sacar una lamiña de hilado, puso el ojo en el candado y dijo:
 

  • Lamina-1: Hoy también hilando? ¡No vas a dormir hoy tampoco! ¡Tendréis que estar velando hasta que amanezca!


Sin hablar, la lamia se metió por el ojo un asador flagrante que ardía.
 

  • Lamina-1: Ahhhhh! ¡Ahhhh! ¡Eso me ha cegado! ¡No veo nada! ¡Ahhh!


A su alrededor se oyeron sus rugidos y señales. Desde entonces las lamia no han vuelto a acercarse a Gibeltar.

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